viernes, 27 de noviembre de 2009

Consecuencias del Perdón



Haber perdonado cambia la perspectiva que tenemos sobre la historia de nuestra vida. Esto no significa que estableceremos otra vez un nexo con alguien que ha abusado de nosotros para que su abuso se perpetúe. Todo lo contrario, el proceso de perdón implica precisamente no volverse a someter al abuso, al entender cual fue nuestro papal – nunca culpable – en la ofensa recibida. Esto implicará que no existe una compulsión a la repetición del acto de abuso recibido, en aras de poder superarlo.



El perdón puede disminuir la ira que se encuentra asociada a trastornos depresivos (Enright y Fitzgibbons, 2000). Si se perdona, la queja común en el depresivo acerca de no haber tenido éxito en la vida o en algunas situaciones debido a la agresión sufrida, se anula y entonces puede salir la agresión a ser utilizada provechosa y creativamente. Implica romper la negación sobre hechos traumáticos sufridos, la manera en que se ha re - escenificado el trauma en papel de víctima por no haber sido capaz de perdonar. Cuando se perdona realmente, se deja de re – experimentar el hecho traumático en distintos escenarios.

El resentimiento también puede llegar a dirigirse hacia un grupo y esto genera prejuicios e intolerancia. Con el perdón se alcanza la tolerancia. Al perdonar a un agresor que perteneciera a un determinado grupo identificado, pudiera alcanzarse un perdón general para todo ese grupo, eliminando prejuicios. Pero lo mejor es el perdón universal.

No haber podido perdonar simplemente tiene que ver con no haber concebido que el cambio interior que produce el perdón es más provechoso que el estado de resentimiento e ira, si bien muchas veces eso es lo que produce acción vital, lo cual no es una incapacidad moral, sino más bien que no se ha tenido la fortuna de elaborar el trauma y ver al agresor o a uno mismo como errado, con diferente perspectiva.

jueves, 26 de noviembre de 2009

¿Si triunfas, Fracasas?

“…Tanto más sorprendidos y aun confundidos quedamos, entonces, cuando, como médicos, hacemos la experiencia de que en ocasiones, ciertos hombres enferman precisamente cuando se les cumple un deseo hondamente arraigado y por mucho tiempo perseguido. Parece como si no pudieran soportar su dicha, pues el vínculo causal entre la contracción de la enfermedad y el éxito no puede ponerse en duda… (Sigmund Freud, Los que Fracasan Cuando Triunfan, 1916)


Se tiene un logro, se es feliz, pero al poco tiempo se desprecia este logro, se le devalúa, no se le disfruta. ¿Por qué surge esta forma de sabotear lo deseado y arduamente obtenido? ¿Cuál es el mensaje interno que nos está torturando con la sensación de no merecer?

Si nos ponemos a pensar detenidamente, ocurre que muchísimas personas alrededor del mundo, incluso líderes políticos y empresariales encumbrados, han tendido a lo largo de la historia a sabotear en algún momento de la historia, los triunfos obtenidos. Por ejemplo, está el caso de las personas que una vez obtenidas grande sutilidades, dilapidan su fortuna en juegos de azar, en los que saben que tienen pocas posibilidades de ganar.



Están también los sujetos que cuando han llegado a constituir pareja con el ser tan amado y anhelado en su momento, de pronto caen en la cuenta de que ya no la quieren, que hubiera sido mejor quedarse sólo o escoger a otro.

No se detienen a disfrutar lo que se ha conseguido, se le pretende desechar, si no inmediatamente, si mediante una labor destructiva que empieza el mismo día del logro. Pareciera que disfrutan esta forma de vida autoflagelante.

¿Habrá acaso una ganancia en la queja que surge después de haber perdido lo ganado? ¿Se disfruta de atribuir a la mala suerte las pérdidas? ¿El enojo que produce darse cuenta del autosabotaje permite alguna ventaja? Las respuestas increíblemente pueden ser positivas.

Otra situación ocurre cuando el exitoso dilapida su éxito con otros, en la forma de regalos caros, tiempo de atención innecesaria, servicios masoquistas y toda clase de sacrificios culposos que ponen de manifiesto que el que tiene quiere desprenderse de lo que ha obtenido de una manera maníaca, sin ni siquiera reflexionar si lo que da será de utilidad al que lo recibe. Esto ocurre por ejemplo, cuando compramos cosas a nuestros hijos (juguetes, ropa), que tal vez no necesiten y ni siquiera deseen y que solamente las reciben por complacernos. Esto no es educar ni amar.
Puede ser que algún conocido, apto para desempeñar alguna posición importante, “…empezó a intimidarse, empequeñeció sus méritos, se declaró indigno de desempeñar el puesto que se le confería y cayó en una melancolía que durante algunos años lo inhabilitó para cualquier actividad (sigmund Freud, Los que Fracasn Cuando Triunfan, 1916)”.

Se destruye entonces el cumplimiento del deseo, como en los sueños en los que los logros no se dan por completo. Como si existiera algún agente interno que nos niega todo merecimiento. En realidad, se trata de alguien que hemos introducido a nuestra estructura psíquica
¿Qué es lo que se siente cuando te das cuenta de que no aprovechaste una oportunidad ganada? ¿Puedes tolerar las emociones sentidas ante estos supuestos fracasos que ocurrieron después del triunfo? En realidad, aquí está la clave para superar esta clase de pensamientos y conductas derrotistas que surgen después de haber triunfado. Tener una respuesta positiva a las dos preguntas anteriores implica aceptación, para no resentirse por no haber aprovechado ciertas oportunidades, implica perdonarse. No es posible reparar todo lo dañado o recuperar lo perdido.
Nadie está obligado a lo inútil. Querer, por resentimiento contra uno mismo o falta de perdón, ir en pos de recuperaciones inútiles, solo producirá actos imprudentes que se lamentarán.

lunes, 23 de noviembre de 2009

El éxito del cambio psíquico




¿Hay alguna emoción cien por ciento sana asociada al éxito? No me refiero a la euforia, sino a la alegría que da cumplir una meta. A veces el simple hecho de saber que mediante un esfuerzo psíquico interno se ha logrado un cambio positivo, es suficiente para sentir contento por haber tenido éxito en algo, que puede producir consecuencias positivas posteriores en otros aspectos existenciales.
Pero esta alegría no debería estar matizada por cierta zozobra que se le presenta a las personas que tienen miedo al éxito, a las personas que cuando triunfan, tienen una emoción adicional que les encuentra de frente: el miedo. Por ejemplo, el miedo a que los demás sientan envidia de él y le destruyan por haber tenido éxito, lo cual implica la descalificación de los logros obtenidos y su falta de disfrute.
Por ello es importante fortalecer la voluntad para disfrutar la vida, estar dispuesto al cambio y aceptar gustosamente el éxito que se crea tener. Pero insisto, los cambios que más se disfrutan y los éxitos que más se aprecian, son los que provienen del trabajo psíquico interno, lo demás, especialmente lo material, puede tender a ser despreciado en un horizonte de largo plazo.
Hoy puedes decirte:
Soy capaz de hacer cambios en mi vida. Puedo cambiar las situaciones, mis creencias o comportamiento. Así como he mirado hacia atrás la vida y he visto los errores y las malas elecciones que he hecho, se que algunas veces puedo cambiar este patrón de fallas por uno exitoso. A diferencia de otras criaturas del mundo, he sido dotado de la habilidad de modificar mi programa. No puedo cambiar el pasado, pero puedo cambiar mi actitud respecto del presente y del futuro.
Cuando experimento desagrado emocional, puedo aprender a escuchar mis sentimientos. Así podré identificar la fuente del desagrado y tomar los pasos para eliminarlo. Si es necesario, puedo terminar una relación que me cause dolor. No toleraré situaciones que creen confusión, ansiedad o desesperación.
No me mantendré atado a ninguna relación, lugar o forma de pensar que ponga en riesgo mi salud o serenidad. El cambio es necesario para el crecimiento y soy capaz de hacer cambios en mi vida.

sábado, 21 de noviembre de 2009

Redes sociales y apoyo emocional

Rio Jalpan en la Huasteca Queretana

¿Pueden las redes sociales “curar” la depresión y otras psicopatologías?
Actualmente, se ha popularizado el uso de internet para relacionarse. Muchas personas están cambiando, para bien o para mal, mediante el uso de internet y los recursos diversos que ofrece.
La comunicación es un recurso importante en la medida en que se comparte la experiencia, este es uno de los principios básicos de los grupos de autoayuda. La unidad que se promueve, da como resultado una mejor fortaleza de la estructura psíquica. Esto promueve la esperanza de tener mejor pronóstico en la recuperación de manifestaciones psicopatológicas graves.
Hay quienes en un estado de emigración, incluso exilio, se reencuentran con personas queridas de las cuales no sabían nada de ellas. Otros se enteran de noticias desde lo más lejano del mundo. Se forman redes de acción que no pasan por el control del Estado.
Estos encuentros con personas con las que nos podemos identificar y reencuentros con personas que nos traen del pasado emociones – positivas y negativas – que podemos enfrentar y resolver, hace que participar en redes sociales pueda ser un recurso para el cambio psíquico. Sobre todo, cuando existen en la red personas empáticas con la necesidad que desde lo profundo de nuestro ser tenemos todos los seres humanos de comunicarnos para sentirnos mejor.

jueves, 19 de noviembre de 2009

Frente a la Culpa




No hay que arruinarse la vida por culpa.

"Pagarse" primero a uno mismo y mantener las intenciones de servir.

Hoy puedo ser más feliz si me sigo perdonando.

Paradójicamente, la mejor venganza es el perdón.
Hay que perdonarse muchas cosas para no persistir en las conductas culposas. No tener persón y compa´sión d esí mismo produce locura. Si no hay perdon para mí, sobreviene la conducta maníaca, hiperactiva que conduce a la autodestrucción, se abre al puerta a los defectos de caráter, sobre todo la ira y los actos lamentables que produce.
La ira debe ser canalizada, sublimada, se debe identificar por qué estamos enojados con nosotros mismos y perdonarnos los errores cometidos. Eso es ser humano y no tener falsas expectativas de uno mismo.