martes, 19 de julio de 2011

Creatividad y Adicciones


Mi vida es la historia de la autorrealización de lo inconsciente. Todo cuanto está en el inconsciente quiere llegar a ser acontecimiento, y la personalidad también quiere desplegarse a partir de sus condiciones inconscientes y sentirse como un todo.
Karl G. Jung (1961)

La emoción creativa
Una existencia apasionada depende de la creatividad, una forma excelsa de expresión emocional. Es la capacidad de producir respuestas originales a cualquier problema o el surgimiento espontáneo de alguna conducta que transforma lo material y produce felicidad. Crear es cambiar la percepción y como consecuencia, cambiar las creencias.  Es una capacidad de pensar de un modo original e innovador, que se aparta de las concepciones “normales” y que tiende a lograr distintas soluciones, incluso cambiando los planteamientos del problema. En el acto creador hay una búsqueda, pero también se sublima la necesidad de llenar el vacío existencial, la falta básica, como una forma de reparar heridas narcisistas.
Cuando la creatividad irrumpe en nuestra vida sentimos una emoción especial. Es la emoción del descubrimiento, del asombro por encontrar algo nuevo. Descubrir algo de nosotros mismos, generar una conciencia – “insight” – acerca de quiénes somos, es algo similar, pero la profundidad de la emoción de conocerse – al fin – a sí mismo, puede conllevar otras consecuencias emocionales. Por ejemplo,  la ira por no habernos dado cuenta antes, el miedo de saber algo que estamos ahora obligados a utilizar para seguir con la vida. Esto es una paradoja interesante que se supera de inmediato a conocer las ganancias de nuestros esfuerzos creativos.
Al estudiar la creatividad, se asume que no existe algo particularmente especial acerca del pensamiento creativo, sino que es una potencialidad humana generalizada que envuelve procesos cognitivos normales como la retención de memoria, la analogía, la visualización, que operan en estructuras normales del conocimiento. Cualquiera es capaz de ser creativo e involucrarse en procesos de pensamiento creativo en condiciones normales (Sifonis, 2002). Se trata de una habilidad de usar la imaginación o la inventiva para atraer algo a la existencia y hacer ésta mejor, de mayor calidad. Es un estado mental, no un don. Hay gente que accede a ella más fácilmente que otros, pero entre más se involucra la gente con el esfuerzo creativo, será cada vez más fácil crear algo nuevo. El talento personal, precisamente se construye a través de una sucesión de acciones creativas.
Vivimos la vida haciendo descubrimientos, muchos de ellos pueden ser útiles para los demás y trascendentales. Las emociones que produce el esfuerzo creativo pueden dar lugar a una confrontación valerosa con los retos. Recobrarse de una pérdida, levantarse de un fracaso, se pueden convertir en actos creativos que quedan en nuestra memoria y que apoyan la autoestima en una situación problemática futura (Margolis y Stoltz, 2010).
Crear es vivir. Vivir para crear, implica trascender, cumplir una de las funciones humanas más caras. La creación repite el mítico acto creativo del origen del mundo. El hombre crea y con ello hace que la naturaleza cambie. Mclean (2011), ve a la creatividad no como un atributo del humano que ha logrado la individuación de agentes sobrenaturales, sino como un proceso operado entre fines de distintas clases: animados e inanimados.
El esfuerzo creativo nos pone afuera de nuestra “zona de confort”, nos enfrenta a ciertos miedos. Cuando no se pueden superar, pareciera que necesitamos “algo que nos refuerce” para seguir en produciendo. Esta es una trampa común entre creadores y artistas, incluso entre los más inteligentes.
Charles (2003) afirma que a veces es difícil discernir entre creatividad y locura. Los genios, tienen mayor capacidad de pasar los contenidos de su inconsciente para utilizarlos en la innovación. Las personas creativas, tienden a darle sentido a su proceso de pensamiento primario, el que está conectado con la profundidad de la psique, con la vida onírica.
“…Sin embargo, esta vieja idea del parentesco entre genio y locura encuentra en la actualidad argumentos de respuesta en una nueva concepción  psiquiátrica de los trastornos del humor,  que ilumina el misterio de la creatividad y enriquece la literatura psicoanalítica del movimiento creativo (Brenot, 1997: 11)”.
En la creatividad hay un sentido intuitivo, inspiracional; una característica de la creatividad es la habilidad para diferenciar patrones complejos (Charles 2003). La inspiración puede surgir cuando compartimos con otros nuestras ideas. Un pequeño grupo tiene la capacidad de cambiar a la sociedad y al individuo. El grupo potencializa la creatividad. El simple hecho de recibir retroalimentación de nuestras ideas por personas críticas y empáticas, le abre posibilidades a nuestro pensamiento.
Aquellos que han discutido la creatividad artística proponen orígenes o propósitos que incluyen “juego, distracción, exploración, diversión y placer, creatividad e innovación, transformación, la alegría de conocer y descubrir, la satisfacción de una necesidad de orden y unidad, la solución de tensiones, la emoción de maravillarse, la necesidad de explicarse algo y el instinto creativo (Kaplan, 2000: 58) .
 “Pinto autoretratos porque con frecuencia estoy sola y soy la persona que conozco mejor”. Así dijo Frida Kahlo. El proceso creativo tiene la última palabra y no puede ser traducido, por ejemplo una pintura habla por sí misma del proceso a través de su realización, la imagen y el significado vienen a ser idénticos (Simon, 2001: 21).
El artista participa en una red de vínculos que le permiten su  realización y esto tiene que ver con una perspectiva socio – psicológica, cultural y por supuesto, estética. La cultura es un esfuerzo social de ligar diversas creatividades. Sobre la creación de Vincent Van Gogh,  Delahanty (1993) dice: “La visión de un pintor nace del interior, proyecta en el lienzo imágenes apercibidas con una mezcla de elementos externos y del mundo interno”. Cuando se cancela el esfuerzo cultural, la creatividad se viene abajo.
Con el esfuerzo creativo, puede generarse un círculo virtuoso en el que se produzca cada vez mayor capacidad intuitiva. Cuando se está en el fondo, en situaciones existenciales que parecieran irresolubles, de pronto, se puede encontrar, gracias a los esfuerzos creativos del pasado, una salida. Pero también hay que decir que existe una “paradoja creativa”, que implica que la creación constante lleva a un sentimiento de mayor ignorancia. Reconocerla, es un acto de humildad y esto puede mover la visión hacia otro derrotero, hacia nuevos campos de creación.
Existe una energía creativa, si se quiere, una pulsión específica que ha acompañado a los humanos en todo su trayecto histórico. Contra la pulsión de muerte, la energía creativa permite a las personas con tendencias autodestructivas mantener el latido de su existencia. La creatividad es un instinto humano que se diferencia por derecho propio de los demás, pero que muchas veces, para bien o para mal, se entremezcla con ellos, por ejemplo, está siempre latente en la humanidad la conjunción del instinto agresivo con el creativo, que puede producir armas de destrucción masiva o dar ideas a un asesino serial.
“El Acto creador es promovido, en mi opinión, por el deseo (narcisista) de recuperar la completud  perdida…y, en consecuencia, representa, también él, en determinado nivel, un medio de alcanzar el reencuentro del yo y del ideal. Mientras más profunda sea la herida que resulte dela inadecuación entre las aspiraciones narcisistas y la representación del yo real, más imperiosa será la necesidad de aparejar los medios para colmar esa fatal distancia” (Chasseguette Smirgel, 1975: 119).
Ahora bien, dicha energía creativa, se proyecta de manera permanente desde el inconsciente. Cuando estamos en la emoción creativa, hay que reconocer el logro, esto tenderá a producirnos cada vez mejores capacidades de innovación  (Csikszentimihalyi, 1990). Es importante decir que la creatividad se modifica al paso de los años, pero no se disminuye sino solamente en cantidad, pero su calidad cambia. La mayor experiencia de vida puede dar lugar a una mayor cantidad de ideas, si la generación de éstas se estimula, es posible que gente deprimida, de avanzada edad contribuya con sus ideas al mejoramiento social.
Mejorar la capacidad creativa involucra un cambio de personalidad, sobre todo en los aspectos relativos al carácter, a aquello que tiene que ver con el desarrollo psíquico, desde la época más temprana.

La Adicción bloquea la creatividad.
Las conductas adictivas, con sus características obsesivas y compulsivas, tienden a bloquear la creatividad. Esto puede dar lugar a una discusión entre los que están a favor del uso de drogas y los que están en contra. Vivir para drogarse no es nada creativo.
Existen drogas, especialmente las alucinógenas como la mezcalina, la psiloscibina, la marihuana y el LSD, que tienen la propiedad de “extraer” contenidos inconscientes. Esto muchas veces es utilizado como argumento a favor del uso de esta clase de drogas por parte de ciertos creativos, como pueden ser los músicos o los publicistas. También existen personas creativas que han hecho apologías del alcohol como una droga que estimula la labor creativa.
El problema está en que muchas personas con propensión a volverse adictas se inician con esta creencia y luego pasan a una etapa de su consumo de drogas en la que solamente se drogan para vivir y viven para drogarse, sin ningún esfuerzo creativo. El Acto Creativo nos permite llenar el Vacío Existencial. Cuando se tiene el espíritu creativo, la Verdadera Inspiración, no se necesitan las drogas ni ninguna otra compulsión que llene la vacuidad.
La experiencia adictiva, pone a quien la padece en una situación carente de visión acerca de las oportunidades que se presentan. Esto puede ser determinante en el desarrollo profesional del sujeto. El aislamiento social al que se somete el adicto, hace que se pierda de la inspiración que puede producirle la relación con los demás. La paranoia y la negación se hacen presentes, junto con el resentimiento, todo lo negativo se proyecta en los demás y entonces la negrura de la depresión aparece y lleva al adicto a un fondo del que se sale difícilmente. La ira se torma contra sí mismo a través de comportamientos autodestructivos. Quien desea alejarse de las conductas adictivas, tiene que estar consciente de la forma en que hoy pudiera estar haciéndose daño, sin saberlo  (Leonard, 1989). También puede ocurrir que se produzca una conducta agresiva hacia los demás, como producto de un resentimiento social o hacia ciertas figuras significativas. Esto ciertamente bloquea todo esfuerzo creativo.
El valor de enfrentar lo desconocido es una fuente de creatividad. Una persona creativa debe tener confianza en sí mismo y no tener miedo. Así se nace, en un estado de confianza innata, que no debiera de perderse. La creatividad surge del inconsciente, es parte del impulso libidinal más profundo y se diferencia de la pulsión sexual, si bien el acto creativo es análogo al acto pro – creativo, se necesita un intenso deseo de reproducirse, de ser en otro y que en ese otro se le aprecie al sujeto creador.
La creatividad se encuentra asociada además al crecimiento espiritual. Esto no quiere decir que quien profesa una religión de manera fanática sea creativo. Más bien tiene que ver con el contacto cotidiano, inspirador con un Ser Supremo que permite conocer los elementos con los que se puede transformar al mundo desde la influencia de cada individuo. Mejorar la capacidad creativa implica una transformación espiritual. Si se afirma que la adicción contiene una parte espiritual, es entonces claro que un proceso de recuperación en un adicto, produce cada vez mayores oportunidades de participar bondadosamente con los demás en la construcción de un mejor mundo. 
Todo acto creativo viene a ser una secuela de otros, tanto del mismo autor como de algunos previos que han influido consciente o inconscientemente. Los pensamientos y esfuerzos creativos permiten enfrentar la vida, tal cual es, con diversas soluciones, de la mejor variedad, a los problemas que se van presentando. Hay que tener confianza en que cada vez que solucionamos un problema, tenemos más experiencia para solucionar los siguientes. Esto mejora la apreciación que tenemos de nosotros mismos.
Desbloquear la creatividad por medio de psicoterapia, es un recurso al que se debe acudir. En este apoyo terapéutico, hay que dar salida al yo creador que ha sido enterrado por el “yo socialmente estereotipado” . El individuo creativo muchas veces tiene que dejar de lado hacer lo que le gusta en aras de evitar la pérdida de “algo”. Si se tiene angustia por separarse de los objetos, de las relaciones significativas, se cede terreno al miedo, que empuja hacia la adaptación social y le resta territorio a lo que puede ser una revolución creativa. La represión social es a final de cuentas un disparador de la depresión y por ello el esfuerzo creativo puede contraponérsele. Las relaciones interpersonales, generan empatía, que siempre será una fuente de creatividad, pues nos permite ver las cosas desde la perspectiva del otro y resolver problemas con otra perspectiva.
En el padecimiento adictivo, el ímpetu creativo, se encuentra en germinación suspendida, una semilla almacenada, bloqueada por la agresión a sí mismo, la vergüenza expresada, el sentimiento de incapacidad. Estos sentimientos, pueden provenir de aspiraciones narcisistas incumplidas que nos impiden reconocer nuestros logros o minimizarlos. Cuando nos sentimos “bloqueados”, es importante hacer una lista de nuestros logros, lo cual producirá nuevas ideas, reactivará la creatividad estancada, de ahí que la creatividad permita la sobrevivencia, aun cuando parezca que no hay soluciones a la vista. Hay adictos en rehabilitación que reencuentran el camino de una actividad artística que les permite alejarse de comportamientos autodestructivos, se enfocan a esfuerzos vitales por generar obra, conocimientos. El trabajo creativo implica la generación constante de ideas para la solución de problemas bien identificados.
Usar la creatividad permite cumplir las metas y ello eleva la autoestima y al sentir mayor capacidad, se desarrollo mayor creatividad. Este es un círculo virtuoso que apoya en la salida de la depresión. Cuando se tienen deseos apoyados por el esfuerzo creativo, es difícil creerse incapaz.
George Bernard Shaw, decía que la gente razonable se adapta al mundo, la gente que no se razonable intenta adaptar el mundo a sí mismo, por lo tanto, todo progreso normalmente surge de pensar diferente. El poder de crear, la habilidad de ser original, producir nuevas soluciones, aquellas que otros no han intentado. En todo caso al creatividad humanidad permite a ciertas personas diferenciarse de los demás. Cabría preguntarse si el depresivo no es una persona que ha sido bloqueada socialmente en su creatividad.
Se ha hablado de muchos casos en los que grandes artistas han sido diagnosticados por sus psicobiógrafos como “maníaco – depresivos” y que es precisamente en la fase maníaca en la que realizan sus grandes creaciones. Esto pudiera ser una muestra de que muchas personas deprimidas guardan dentro de sí episodios creativos que, de ser detonados, generarían grandes beneficios para ellos mismos y para la sociedad en general.
Ojalá fuera siempre posible conjurar el miedo mediante la creación sin que esto fuera una forma de evasión, una estrategia de distraerse de enfrentar a nuestras angustias. Hay cosas de la vida que no se quieren ver y entonces se prefiere la apreciación de lo bello. Tal vez es el arte lo que nos permite no ahondar en la realidad de la vida, en la verdad, por eso nos gusta estar en el placer de la contemplación.
Quiero cerrar con una paradoja, si bien afirmo que la creatividad nos acerca a la vida, tampoco hay que olvidar que también nos puede llevar a la muerte. Esta es la vida de quien tiene conductas autodestructivas como patrón de existencia, el adicto. Quien sí, anda buscando la muerte. Llega a creer que el vacío debe llenarse con el retorno de la pulsión de muerte, llegar a la nada. Quien padece del trastorno adictivo grave, sustentado en una compleja enfermedad del carácter,  tiene una sensación subjetiva de vacío que solamente el fin llenará.
Pero, ¿Cuál es el fin más apropiado para alguien que sabe que la solución está en el camino espiritual? Joseph Campbell (1948: 154), dice que “El último acto de la biografía del héroe es el de su muerte o partida. Aquí se sintetiza todo el sentido de la vida. No es necesario decir que el héroe no sería héroe si la muerte lo aterrorizara; la primera condición es la reconciliación con la tumba”
Cuando se padece la adicción, el tratamiento pasa por esta conciencia de la compulsión autodestructiva. Entonces, el adicto en recuperación es un héroe que pospone su muerte, ansioso de vivir, sin saber por qué. Va hacia el mar, sufriendo penurias, como lo hizo Quetzalcóatl cuando cayó en desgracia. Regresará, dice el mito. Ha de volver de la muerte, a la que ya venció una vez.
¿Por qué me sigo haciendo daño? Es una pregunta “sana”. Siempre hay creatividad en la autodestrucción. Se busca la muerte cuando se siente la herida, cuando a pesar de la cercanía del fin, se sigue buscando sentido a esta vida.


Referencias
McLean, S.. (2009). Stories and Cosmogonies: Imagining Creativity Beyond "Nature" and "Culture". Cultural Anthropology, 24(2), 213-245.  Retrieved July 13, 2011, from ProQuest Science Journals. (Document ID: 1894399641).
Charles, M. (2003). A Beautiful Mind. Am. J. Psychoanal., 63:21-37
Margolis, Joshua D.1 Stoltz, Paul (2010). How to Bounce Back from Adversity. (cover story). Harvard Business Review; Jan/Feb2010, Vol. 88 Issue 1/2, p86-92, 7p, 1 .
Jung, Karl, G. (1961). Sueños, Recuerdos, Pensamientos. Barcelona, Seix Barral, 1999.
Csikszentimihalyi M. (1990). Fluir. La Psicología de la Felicidad. Barcelona, Kairós, 1996.
Leonard, L. S. (1989). Witness of Fire. Creativity and de Veil of Addiction. Boston, Shamballa, 1990.
Chasseguette Smirgel, J. (1975). El Ideal del Yo. Buenos Aires Amorrortu, 1980.
KAPLAN, Frances: Art Science & Art Therapy : Repainting the Picture. London, , GBR: Jessica Kingsley Publishers, 2000.
Simon R., citada por Hogan, Susan. Healing Arts: The History of Art Therapy. Philadelphia, PA, USA: Jessica Kingsley Publishers, 2001. p 21.
Delahanty, G. (1993) Van Gogh: Ensayo de Psicohistoria, Asociación Mexicana de Psicoterapia Psicoanalítica, Revista Imagen Psicoanalítica, Año 2, No. 3, 1993.
Sifonis C. (2002)  Motivation, Risk Taking and Creative Achievement, Psych Psychmatters, The Quarterly Newsletter of Psychology at Oakland University, Volume 4 Issue 2 November/ December 2002.
Campbell, J. (1948). El Héroe de las Mil Caras, Psicoanálisis del Mito. México, Fondo de Cultura Económica, 1997.
Brenot, Ph. (1997). El Genio y la Locura. Barcelona, Ediciones B, 1998.



No hay comentarios: