sábado, 9 de enero de 2010

Seguir en la actitud de perdonar.



Mantenerse en un camino que permita la adquisición de madurez espiritual. Tal vez se trate de orar para que nuestros supuestos enemigos obtengan los mismos beneficios que nosotros obtenemos de la vida. Que no haya deseos destructivos en contra de quienes nos han hecho daño. Quizás solamente sea desear que la voluntad del creador se cumpla en todos los que nos relacionamos entre sí.
Dar y no esperar recibir nada. Simplemente desear el bien para todos.
Percibir que la vida no es angustiante, que todo pasa y existen nuevas formas de experiencia, que la vida va cambiando, por simple o compleja que pudiera parecer. Al perdonar y desear el bien a alguien que nos ha hecho daño, nos prevenimos de que otra persona similar nos dañe, ya no nos sorprenderá.
¿Difícil? Claro que lo es, y solamente seres perfectos lograrían perdonar totalmente, acceder al Perdón Universal. Pero por lo menos sería bueno mantener esta actitud, hacer como sí…
Cada vez que un resentimiento nos aborda, hacer como si ya le hubiéramos perdonado, como si deseáramos que le fuera bien, como si estuviéramos seguros de que le va ir bien a ésa persona que odiamos y a sus seres queridos. Tal vez en ese momento estamos logrando que nos suceda lo mismo, que al perdonar a otro, nos perdonamos a nosotros mismos. Tal vez la ira y los deseos de venganza que nos empujan a actos impulsivos que luego lamentamos, se esfumen y nos den libertad para llevar una vida mejor.

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