domingo, 8 de junio de 2008

SUFRIMIENTO

El llamado aspecto masoquista de quien aparece como sufrido[1] puede ser una consecuencia de la depresión, el principal punto de contacto entre ambos es la culpa, que impone el autocastigo constante que caracteriza a quien goza en el sufrimiento.

“Autorreproches y autodenigraciones”, son los signos característicos que para el melancólico propone Freud[2]. El autoreproche es un pensamiento obsesivo en el que el individuo trata de convencerse constantemente de su poca valía. La autodenigración es llevar la necesidad de sufrir al acto. Hay actos autolesivos de todo tipo, desde las lesiones autoinflingidas hasta el sometimiento a una relación destructiva, llegando hasta el suicidio o las conductas que ponen en total riesgo la integridad y la vida. En muchas ocasiones no hay premeditación, sino que se obedece a mandatos inconscientes. Hay que repetir el intento original de llamar a las cosas por su verdadero nombre universal. Se es adicto cuando se busca compulsivamente un daño que no lo parece.

En alguna ocasión escuché a un drogadicto definir al amor:

“Es un sufrimiento que te gusta, como la droga”

Ese es el valor que se le da a la autodestrucción. Hay quien le aprecia. Pero nunca será el amor. Se trata de la representación de un drama en el que hay un verdugo que el director trae a escena para castigar constantemente al personaje principal, que no deja de sentirse merecedor de un castigo. El masoquismo moral, producto de las prohibiciones que los padres hicieron bajo amenazas, muchas veces cumplidas, es muchas veces lo que impulsa a buscar un cierto tipo de relación, pues inconscientemente se busca ser castigado para sentirse amado. Sufrir para ser amado.

En razón de los sentimientos de culpa inconscientes, sufrir bajo la voluntad discrecional de un agente castigador interno equivale a recuperar el amor de alguien que sentimos que no nos quizo o que nos despreció y la unión con él; de este modo, la agresión queda absorbida en el amor.[3]
[1] PEDROTE, Mariés y TOVILLA, Andrés: Adicción al Sufrimiento, Una limitante al Desarrollo, México, 2002.
[2] FREUD, S. Duelo y Melancolía, Buenos Aires, Amorrortu, 1989.
[3] Kernberg, O. (1998): Relaciones Amorosas, Barcelona, Paidós.

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