miércoles, 7 de mayo de 2008

Los Mártires


Menninger ha hecho todo un estudio psicoanalítico sobre la actuación de los mártires y ascetas cristianos, sobre su voluntad de sufrir, su masoquismo, el gozo de ser flagelado, la obsesión narcisista por buscar la propia destrucción para un lucimiento ante Dios y ante los demás humanos. Aunque estos personajes religiosos aparecen como ejemplos de rutas espirituales, desde la perspectiva psicoanalítica, no son más que sujetos patológicos con tendencias perversas – masoquistas.

Se presentan repetidas oportunidades para el estudio psicoanalítico de los ejemplos clínicos de ascetismo y martirio bajo forma de una incapacidad neurótica, caracterizada por la inhabilitación de aceptar o disfrutar los placeres de la vida y por una compulsión a colocarse en situaciones lastimosas pára beneficiarse de la empatía suscitada...[1]

El mártir cree controlar su vida, al entregarla a un destino desgraciado. La aretología, tratado de virtudes, que corresponde a una presentación de la vida ideal, de lo que “debe ser” alguien para ser santo, ciertamente un problema existencial para quien se ve lejos de este ideal y lo desea, brecha en la que se ve un distancia que es generadora de melancolía, sin duda. Nos deprime saber de algo que no podremos alcanzar y que anhelamos, deseamos. ¿Sería deprimente no llegar al estado de autosacrificio de un santo? ¿No poder hacer comparable el martirio o expiación sufrida con la de alguien que haya tenido que sudar sangre y caer en una “noche oscura”? Es como si alguien en lo interno le dijera al sufriente: “Es que no has sufrido suficiente, por eso no mereces nada”.

Las tentaciones – para algunos alucinaciones – de San Antonio, son la consecuencia de una vida ascética, de búsqueda interna en estado de sufrimiento, mortificación. El santo se infligía severos castigos, “ayunos, austeridades, noches sin sueño”[2], para seguir con la violencia física contra sí. El significado de la mortificación, según la 22ª edición del Diccionario de la Real Academia Española, es “Domar las pasiones castigando el cuerpo y refrenando la voluntad”. Los retratos de todos los santos ascetas son así, los pintores se deleitan con la imagen de tipos solitarios, sometidos a sacrificios autimpuestos.

Castigar y reprimir para adquirir una experiencia extática. Ese era y tal vez siga siendo el ideal de santidad. Nos deprime, desde el inconsciente colectivo a la mayoría no llegar a tales alturas. Para empezar, ¿Cómo lograr el aislamiento en esta banal vida urbana?
[1] MENNINGER, Kart (1938): El Hombre contra sí Mismo, Barcelona, Ediciones Península, 1998, pág. 82.
[2] LACARRIERE, J. : Los Hombres Ebrios de Dios, Barcelona, AYMA Editora, 1964, pág. 73

No hay comentarios: