jueves, 1 de mayo de 2008

Felicidad


La felicidad es como el éxito, solamente se logra cuando se acepta como una sucesión de estados deseables e indeseables. No existe tal cosa llamada felicidad duradera, sino que más bien es la suma de varios momentos de plenitud, intercalados con la vida tal como es. Así se llega a la felicidad, como la combinación de todos los colores conforma el blanco.

Por eso la felicidad es un negocio, porque la gente se encuentra sin aceptar la vida como claroscuro y trata, cuando no se siente feliz, desesperadamente, de encontrar la felicidad y cuando la encuentra, llega a pagar por “sostenerla”. La tolerancia a la frustración de no sentirse feliz tiende a escasear en la sociedad, por eso, no es de extrañar que las compañías farmacéuticas vendan pastillas “antidepresivas”, que bien podrían llamarse “para la felicidad”, cosa que no puede lograrse del todo, aunque si un convencimiento maníaco, un autoengaño químico de que se está bien.

Una gran pena colectiva es lo que genera toda esta preocupación por la felicidad. La gente compra libros, consulta psicólogos, asiste conferencias, es religiosa hasta el fanatismo. Para algunos la felicidad está en la salud, para otros en el dinero, también hay los que creen en lograr la felicidad con el amor, con el éxito profesional. Hay muchas formas de medirle y nadie encuentra la fórmula. Al final, llegamos a creer que los más felices son los que menos han ambicionado la felicidad, quienes nunca en la vida se han preocupado por ella.

Ha habido muchas luchas colectivas en pos de la felicidad, la lucha feminista, la lucha de clases, la lucha de las etnias, de hecho, se mata y se hace infelices a otros con tal de obtener la felicidad. Las relaciones se rompen con el pretexto de “es que ya no me haces feliz”. Pero no nos damos cuenta de la intermitencia de los estados de felicidad y que al final de la vida, todos podemos haber sido felices si aceptamos este ir y venir, como las olas del mar, del estado de felicidad.

La felicidad es líquida, no la podemos asir, eso tenemos que tomarlo muy en cuenta para evitarnos el desperdicio de energía que implica buscarla. Cada cambio de etapa en la vida, cuando se acepta, implica un logro feliz, pero no se acepta porque nos resistimos a desprendernos de la piel usada.

La felicidad se encuentra cuando no se busca, cuando no se envidia la felicidad que del otro se percibe. Paradójicamente, la felicidad se alcanza después de una serie de momentos tristes, como cuando vivimos un duelo por muerte o por separación. Solamente después de pensar obsesivamente durante algunos meses en la relación perdida somos capaces de pasar a una nueva etapa de la vida en la que se alcanzarán nuevos momentos de felicidad y luego, otra vez, momentos de pesar y así sucesivamente. Esta es la vida.

La felicidad no se logra con evitar en las nuevas relaciones los momentos dolorosos de las anteriores relaciones. Si en el amor no se toman riesgos, entonces no se puede amar plenamente. Las cicatrices de los momentos de infelicidad solamente se borran cuando se asumen esos riesgos.

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