martes, 1 de junio de 2010

VOLVER

A veces se desea volver a la etapa de juventud. Sin cometer errores. Pero éstos siempre se cometen y uno de ellos es “tratar de volver a donde una vez se tuvo felicidad”. Hay que disfrutar lo que hoy se tiene y agradecer al Ser Supremo Universal. Sin embargo, siempre estará ese deseo de volver allí. Mejor hacerlo de otra manera, con el conocimiento que se tiene hoy de sí mismo. Carlos Gardel Cantaba la letra de Alfredo Le Pera:

Yo adivino el parpadeo de las luces que a lo lejos van marcando mi retorno. Es la remembranza de lo que pasó, que de pronto se hace presente. La regresión no es solamente a etapas infantiles, sino también a los momentos que la libido se posó apasionada, tal vez, en lo profundo de un bosque en la enamorada excitada y el joven asustado.

No se puede volver pues a esas luces, pues…son las mismas que alumbraron con sus pálidos reflejos hondas horas de dolor y aunque no quise el regreso siempre se vuelve a su primer amor. Se llega a despreciar la claridad de hoy a cambio de la nubosidad del ayer. Hay que recordar por qué terminaron las cosas y si se vuelve, tomarlo solamente como una nueva aventura del día de hoy. Si no, se estaría dispuesto a…Vivir con el alma aferrada a un dulce recuerdo que no ha de volver. Y eso no es cierto, se cambia constantemente de forma de pensar. Hoy me gustaría estar en esa pasión, pero tendré que hacer muchas cosas para lograrlo, muchos malabares y renuncias al presente, causando dolor a quien hoy se quiere estrechar a mí. Pero insisto en la aventura, quiero arriesgarme a sentirme joven otra vez. Pagaré el precio…y por eso…Tengo miedo el encuentro con el pasado que vuelve a enfrentarse con mi vida, tengo miedo de las noches que pobladas, de recuerdos encadenan mi sufrir. Se quiere estar en el pasado por la angustia que produce el presente. ¿Habría alguna forma de salir de esta situación de forma sublime? Sin huir, sino enfrentando lo que viene y aceptando el dolor de la ambivalencia de amar y odiar; de la soledad que produce…pero el viajero que huye, tarde o temprano detiene su andar, mas el olvido que todo destruye, haya matado mi vieja ilusión. Cual escondida la esperanza humilde es toda la fortuna de mi corazón. Pues no parece, porque cuando se cambia en el transcurso de la vida, lo pasado suele parecer extraño.

Inconscientemente, vive la esperanza, como vive la culpa. Vive el anhelo, de volver a gozar, es la búsqueda de un estado espiritual de bienestar. El amor es eso, y se queda alojado en lo profundo del ser, por eso, cuando se ha tenido al amor varias veces, se quiere volver, aunque se sabe que será…con la frente marchita…Desear alejarse de hoy y volver al ayer. No, es en realidad un deseo de trascendencia que se liga a alguna felicidad pasada.

El deseo de un estado de plenitud espitirual nos hace buscar, incluso en actividades compulsivas dañinas. Jung así se lo proponía a Bill Wilson, el fundador del AA. La búsqueda del espírirtu, el clamor de cada indidivudo por lograr lo que se ha tenido en algún momento inspiracional. Aunque a veces recibamos dos o más oportunidades de éstas al mismo tiempo. Es un anhelo que se siente pero no se entiende.

Pero ya iniciada la aventura de volver, parece intensa, pasional, aunque se sabe insostenible. ¿Renunciar a la juventud o renunciar a la libertad?

Pero entonces llega el recuerdo de por qué las cosas llegaron hace años a su fin. Era la agresión insoportable, la poca voluntad de cambiar. Solamente fueron unos días en el que al tratar de volver, me di cuenta de que no se puede retornar al lugar en el que se fue feliz ni se puede estar de nuevo con el amor pasado. No se puede vivir con el alma aferrada a un dulce recuerdo que no ha de volver. En eso consiste el cambio.

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