En la lucha por la libertad de la esclavitud emocional, una tarea primordial es la de la reparación. A veces, hay que servir a otros para repararse a sí mismo y se debe ser constante en ello, para que haya frutos.
El fruto de la constancia es el crecimiento emocional y espiritual, la trascendencia. Hay que perseverar en esta tarea y esto se hace en un lugar distinto al del falso self, que se nutre con las apariencias.
Trascender a través del servicio a los demás es algo que hoy la sociedad en estado de frustración e ira necesita urgentemente. Alguien que se aleja de su narcisismo y sirve a los demás, puede también empezar a tener nuevas visiones existenciales. Se abren nuevas perspectivas y se logra una capacidad insospechada de observación de lo que ocurre en la sociedad y se tienen nuevas ideas para apoyarle en una construcción creativa, sin guerra y sin abusos, en el sendero de la paz.
Ojalá y todos fuéramos capaces de alejarnos de nuestro egoísmo y ayudar al prójimo.
El perdón también es importante.
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