sábado, 6 de agosto de 2016

Serenidad y Cambio Psíquico

La serenidad es un estado mental que se produce de una concepción de la vida alejada de la angustia que producen los problemas imaginarios de la falta de aceptación.

Se tiene que aceptar lo que se vive hoy  si se quiere cambiar esta experiencia, hacer algo, por mínimo que sea. Para ello, necesitamos una visión de lo que queremos para el futuro.

Esta visión debe ser clara y haberse sostenido durante algún tiempo, contra cualquier clase de frustración. Implica vivir con un fin en mente. La serenidad llega cuando estamos seguro de que vamos a lograrlo pero también que estamos haciendo lo necesario. Así, no debemos frustrarnos ni hacer más de lo debido.

A la seguridad de la visión debe agregarse el alejamiento del pesimismo y la confianza en que se tienen muchas opciones para tener éxito.

Cambio de Personalidad

Si estamos cansados de la manera en que nos comportamos y somos, de que las cosas no nos salen bien y no nos relacionamos correctamente, tenemos que considerar el trabajo para lograr un cambio profundo de personalidad.

Esto solamente se logra si vamos hacia nuestro pasado y corregimos la naturaleza de nuestro carácter. Es decir, analizar la forma en que se origió esta parte de nuestra personalidad.

El psicoanálisis, la psicoterapia analítica y el trabajo de los doce pasos son herramientas fundamentales. La reflexión sobre nuestro origen familiar y sus consecuencias que conlleve un manejo emocional profundo y la meditación, también pueden servir a estas modificaciones del carácter.

Pero antes que nada, debemos estar dispuestos. 

jueves, 4 de agosto de 2016

Encontrar la Serenidad


Diariamente hay que encontrar la serenidad. Esto evita una multitud de síntomas conductuales, psicosomáticos y sufrimiento. Nos lleva a una vida plena.

Creer que la vida no depende del control que podamos ejercer sobre ella, sino de la forma en que un poder universal acomoda nuestro entorno y vivencias, permite estar más tranquilo, sereno.

Hay que hacer el esfuerzo cotidiano por tener una vida espiritual. Una vida basada en la creencia de que hay algo más allá que controla al universo y por ende a nuestras vidas.

No somos dueños de nuestro futuro pero si somos responsables por la forma en que vivimos el presente para tener un mejor porvenir.