martes, 29 de diciembre de 2009

Fin de Año


En el fin de año pueden ocurrir fenómenos emocionales que se tienen que enfrentar, aunque se crea que se sufren.

En primer lugar están las ausencias de los seres queridos. Luego, la falta de los tiempos de le niñez, en los que la navidad estaría conectada en la mayoría de los casos con la sorpresa de los regalos y la sensación de recibir el amor de nuestros padres y otros familiares. Las dos cosas faltan, y sentirlo, nos deprime. Desearíamos volver a las épocas del juego y la felicidad. Ahora, siendo adultos, también pudiéramos estar viviendo momentos que creemos que son menos disfrutables que otras navidades del pasado.


Hay que enfrentarlo y superarlo. Este tiempo pasará. Son duelos que resurgen en las fechas conmemorativas. A veces, las cosas tienen explicaciones sencillas.


Pero hay que tener cuidado cuando se tiene una sensación de falta. No vaya a ser que nos invadan las emociones de otro que desee depositar su patología mental en nosotros. Cuando uno cree que se ha metido en el fondo emocional del otro, es porque se tenía un vacío tal que no se podía vivir una vida propia. Una vida que valga la pena vivirla, como cualquiera de nosotros puede hacerlo.


Hay que reconocer el vacío existencial propio, que precisamente en las fecha conmemorativas, se percibe más difícil de encarar y se quisiera llenar con algo o con alguien.

miércoles, 9 de diciembre de 2009

Mensajes del pasado desde el inconsciente.

Muchas veces el inconsciente nos enseña a encontrar el dolor primigenio que ha hecho que tendamos a repetir cierta conducta destructiva, que encontremos el origen del miedo, de la desconfianza. Puede haber un mensaje que llegue de pronto del pasado y que nos permita hacer uan reflexión y perdonarnos.

La receptividad que podamos tener sobre esas situaciones pasadas y la emocionalidad que nos provocaron en ese momento, puede ser la clave para ya no repetir lo que tanto nos desagrada y deseamos dejar de hacer.

Esa receptividad muchas veces tiene que ser aprendida en un proceso psicoterapéutico psicoanalítico, en el cual nos volvamos capaces de identificar aquellas emociones que se quedaron enquistadas y que hoy son un recuerdo que nos ayuda a perdonarnos.

Puede ser al ver una carta de una persona amada, un documento, un aroma, un lugar al que tenía tiempo que no ibamos, un color del atardecer.

Hoy podemos preguntarnos si hemos identificaco alguna fuente de recuerdo que esté relacionada con un comportamiento destructivo, una situación que se nos ha convertido en patrón y que hoy, a través del perdón por los propios actos, podemos cerrar.

miércoles, 2 de diciembre de 2009

¿Cómo evitar el autosabotaje?

En primer lugar, hay que reconocerlo. Una buena pregunta cotidiana, al finalizar el día pudiera ser ¿Qué he hecho hoy para fastidiarme la existencia? o ien, ¿qué es lo malo que he permitido o dejado de hacer?

El tener conciencia de que se realizan actos impulsivos, como una reacción impensada, producto de un sentimiento de culpa que impulsa a la búsqueda de castigo constante, no es tarea de un día, es necesario el ejercicio diario d eun inventario personal. Muchas veces, la satisfacción de los impulsos, que aparentemente es una búsqueda del placer, en realidad es un encuentro con la muerte.

Si de pronto se siente un vacío y, por ejemplo nos vemos impulsados a darle rienda a un compertamiento adictivo, como es usar alguna droga, apostar, comer, tener sexo, todo ello de manera compulsiva, en realidad estamos teniendo un patrón autodestructivo, que tal verz debería cuestionarnos qué es lo que buscamos compensar mediante esta clase de castigos.


El manetnerse constantemente devaluado, en posiciones de trabajo inferiores a las capacidades desarrolladas, puede ser también un castigo de esta especie, como lo es también el estar en una relación con alguien que constantemente cuestiona, critica y devalúa.

Hay que insistir en la evaluación diaria, que consiste en este tema del autosabotaje en cuestionarse qué es lo que no debemos por haber hecho fracasar nuestor más ansiados poryectos, debido a un acto impulsivo en el que manifestábamos la necesidad de castigarnos y la sensación de inmerecimiento..