martes, 20 de mayo de 2008

Felicidad




La felicidad es un estado interno. La felicidad presente implica no sentirse culpable, perdonarse por los errores pasados. Sin embargo, el estado actual de felicidad ha debido cultivarse.

La felicidad se encuentra en el presente. Hoy. La felicidad convive con la serenidad. Esto no llega de la nada, hay un crecimiento espiritual inherente a este estado y procurarlo es una intención que seguramente ha nacido de una crisis.

No se puede ser feliz ante un dios castigador, ante una religión que inculque la culpa. Tiene que verse que el sentido del sacrificio de cada individuo – generado por las crisis que surgen en cada etapa de la existencia humana -, es por lograr la felicidad. La felicidad se logra cuando se percibe que se está en libertad, pase lo que pase, en cualquier circunstancia.

La felicidad, como la libertad, no está condicionada por paredes externas. En un estado de felicidad, se siente la armonía con los externo, con los demás.

miércoles, 14 de mayo de 2008

Masoquismo Moral


Se ha dicho que para superar el sufrimiento, existe la posibilidad de “pagar por adelantado”, de auto - inflingirse castigo, para evitar que el dolor llegue cuando no se le espera. La mortificación como acto decidido para conjurar al duelo. En muchas ocasiones de desconoce la manera en que esta autoflagelación se hará. Es necesario que otro nos lo diga o que a través de un nuevo sufrimiento, nos demos cuenta. Otros, por el contrario, dicen que no se puede vivir un duelo hasta que no ocurra realmente la pérdida.

“Me prevengo de dolerme sorpresivamente, mejor me castigo de una vez”, pareciera que es lo que expresa el penitente, por más que se interprete que el castigo es por pecados cometidos. No es así, es para seguir evitando el dolor de sentirse mortal. “Ya se que te voy a perder, es mejor de una vez sentir el dolor”.

“Nunca me pude defender, no sé porqué”, esta es una queja que puede aparecer en el relato del masoquista – deprimido. Pero sei se sabe por qué: es por los abusos sufridos en la infancia, cuando para sentir pertenencia o saberse querido, era necesario someterse. No se puede defender de la crueldad de quienes no están para ayudarle a salir del hoy,m sino para obtener ganancias secunddarias, crueles de su depresiòn, sobre todo de sus manifestaciones culpìgenas. A veces, los procesos psicoterapéuticos son tomados como un sometimiento hasta que se puede tener el “insight”[1] de la cura. La educación misma puede ser un proceso traumático…Se tiene que sufrir la enseñanza tradicional para ser reconocido y aceptado por la sociedad ¿Por qué?

"Bajo el peso de la educación ha sufrido grave angustia y se ha sometido a tremendas modificaciones (...) de un ser casi animal, falto de independencia y poco menos que insoportable para quienes lo rodean, se ha trocado en un ser humano más o menos sensato"[2]

Esa angustia aprendida será la culpa que se sentirá cuando se tenga la percepción de no haber hecho lo debido. Será el momento de que el masoquista desee el castigo.

En la díada sadomasoquista, el sujeto punitivo siempre tratará de hacerle ver al sufridor que no está nunca a la altura de las expectativas. Esto pudiera tener connotaciones en la psicología de la colectividad, pues pudiera haber un grupo de personas, incluso una nación, dispuestas a ser señaladas como incapaces por algún agente externo y luego esa masa devaluada, pedir el castigo o sentir que se merece la mala calidad de vida que lleva.

El masoquista trata de acceder compulsivamente a un castigo para tratar de controlarlo y sentir placer con ello.

[1] Insight significa tomar conciencia profunda de un hecho de la existencia.
[2] FREUD, Anna: Introducción al psicoanálisis para educadores, Ed. Paidós, México, 1999, pág. 66

miércoles, 7 de mayo de 2008

Los Mártires


Menninger ha hecho todo un estudio psicoanalítico sobre la actuación de los mártires y ascetas cristianos, sobre su voluntad de sufrir, su masoquismo, el gozo de ser flagelado, la obsesión narcisista por buscar la propia destrucción para un lucimiento ante Dios y ante los demás humanos. Aunque estos personajes religiosos aparecen como ejemplos de rutas espirituales, desde la perspectiva psicoanalítica, no son más que sujetos patológicos con tendencias perversas – masoquistas.

Se presentan repetidas oportunidades para el estudio psicoanalítico de los ejemplos clínicos de ascetismo y martirio bajo forma de una incapacidad neurótica, caracterizada por la inhabilitación de aceptar o disfrutar los placeres de la vida y por una compulsión a colocarse en situaciones lastimosas pára beneficiarse de la empatía suscitada...[1]

El mártir cree controlar su vida, al entregarla a un destino desgraciado. La aretología, tratado de virtudes, que corresponde a una presentación de la vida ideal, de lo que “debe ser” alguien para ser santo, ciertamente un problema existencial para quien se ve lejos de este ideal y lo desea, brecha en la que se ve un distancia que es generadora de melancolía, sin duda. Nos deprime saber de algo que no podremos alcanzar y que anhelamos, deseamos. ¿Sería deprimente no llegar al estado de autosacrificio de un santo? ¿No poder hacer comparable el martirio o expiación sufrida con la de alguien que haya tenido que sudar sangre y caer en una “noche oscura”? Es como si alguien en lo interno le dijera al sufriente: “Es que no has sufrido suficiente, por eso no mereces nada”.

Las tentaciones – para algunos alucinaciones – de San Antonio, son la consecuencia de una vida ascética, de búsqueda interna en estado de sufrimiento, mortificación. El santo se infligía severos castigos, “ayunos, austeridades, noches sin sueño”[2], para seguir con la violencia física contra sí. El significado de la mortificación, según la 22ª edición del Diccionario de la Real Academia Española, es “Domar las pasiones castigando el cuerpo y refrenando la voluntad”. Los retratos de todos los santos ascetas son así, los pintores se deleitan con la imagen de tipos solitarios, sometidos a sacrificios autimpuestos.

Castigar y reprimir para adquirir una experiencia extática. Ese era y tal vez siga siendo el ideal de santidad. Nos deprime, desde el inconsciente colectivo a la mayoría no llegar a tales alturas. Para empezar, ¿Cómo lograr el aislamiento en esta banal vida urbana?
[1] MENNINGER, Kart (1938): El Hombre contra sí Mismo, Barcelona, Ediciones Península, 1998, pág. 82.
[2] LACARRIERE, J. : Los Hombres Ebrios de Dios, Barcelona, AYMA Editora, 1964, pág. 73

domingo, 4 de mayo de 2008

Masoquismo Moral



El llamado aspecto masoquista de quien aparece como sufrido[1] puede ser una consecuencia de la depresión, el principal punto de contacto entre ambos es la culpa, que impone el autocastigo constante que caracteriza a quien goza en el sufrimiento. En el masoquismo moral, el sujeto se relaciona con quien le hará sufrir, pero tendrá la ganancia secundaria de darle sentido a su vida con ello. No hay que olvidar que la abnegación del sufrido es altamente aceptada por la sociedad, sobre todo por los grupos religiosos fanáticos, que se adhieren profundamente a una actividad de sacrificio, en aras de obtener cierto reconocimiento familiar e incluso social.

“Autorreproches y autodenigraciones”, son los signos característicos que para el melancólico propone Freud[2]. El autoreproche es un pensamiento obsesivo en el que el individuo trata de convencerse constantemente de su poca valía. La autodenigración es llevar la necesidad de sufrir al acto. Hay actos autolesivos de todo tipo, desde las lesiones autoinflingidas hasta el sometimiento a una relación destructiva, llegando hasta el suicidio o las conductas que ponen en total riesgo la integridad y la vida. En muchas ocasiones no hay premeditación, sino que se obedece a mandatos inconscientes.

Hay que repetir el intento original de llamar a las cosas por su verdadero nombre universal. Se es adicto cuando se busca compulsivamente un daño que no lo parece.

En alguna ocasión escuché a un drogadicto definir al amor:

“Es un sufrimiento que te gusta, como la droga”

Ese es el valor que se le da a la autodestrucción. Hay quien le aprecia. Pero nunca será el amor. Hay sufrimientos que no gustan pero que son sustituídos por algunos que si bien no gustan, al menos tienen un dolor “calculado”; tal es el caso de las lesiones autoinflingidas de algunas personas con trastorno fronterizo de la personalidad que procuran la evitación de emociones dolorosas provocándose lesiones físicas[3]. Aquí se pone en evidencia

Se trata de la representación de un drama en el que hay un verdugo que el director trae a escena para castigar constantemente al personaje principal, que no deja de sentirse merecedor de un castigo.

El masoquismo moral, producto de las prohibiciones que los padres hicieron bajo amenazas, muchas veces cumplidas, es muchas veces lo que impulsa a buscar un cierto tipo de relación, pues inconscientemente se busca ser castigado para sentirse amado. Sufrir para ser amado. En razón de los sentimientos de culpa inconscientes, sufrir bajo la voluntad discrecional de un introyecto castigador equivale a recuperar el amor del objeto y la unión con él; de este modo, la agresión queda absorbida en el amor.[4]
[1] PEDROTE, Mariés y TOVILLA, Andrés: Adicción al Sufrimiento, Una limitante al Desarrollo, México, 2002.
[2] Freud, S. Duelo y Melancolía, Buenos Aires, Amorrortu, 1989.
[3] Se ha encontrado en diversos estudios la correlación entre el daño autoinflingido no suicida y el trastorno fronterizo de la personalidad. Welch, Linehan, et. al. (2008). Emotional Responses to Self-Injury Imagery Among Adults With Borderline Personality Disorder. Journal of Consulting and Clinical Psychology Copyright 2008 by the American Psychological Association 2008, Vol. 76, No. 1, 45–51
[4] Kernberg, O. (2000): Relaciones Amorosas, Barcelona, Paidós.

sábado, 3 de mayo de 2008

Manía y Adicción

Cuando se tiene la incapacidad de estar sólo, puede surgir un deseo irrefrenable de realizar actos impulsivos:
  • Sexo y relaciones destructivas
  • Usar drogas
  • Compras impulsivas, sin necesidad
  • Comer
  • Usar la internet durante horas
  • Juego
  • Apostar
  • Otros tipos de conductas adictivas

Esto viene de una sensación subjetiva de vacío. Con todas estas conductas se buscaría retornar a un estado original, placentero. Este es el principio de la pulsión de muerte freudiana.

La psicoterapia psicoanalítica, permite reconocer al individuo que se tiene esta tendencia autodestructiva y que ésta aumenta cuando se tiene cierta sensación de soledad, de vacío existencial.

viernes, 2 de mayo de 2008

CREATIVIDAD



La labor creativa constituye una forma excelsa de expresión emocional. La creatividad es la capacidad de producir respuestas originales a cualquier problema. Cambiar la percepción y como consecuencia, cambiar las creencias. Es una capacidad de pensar de un modo original e innovador y actuar en consecuencia, que se aparta de las concepciones “normales” y que tiende a lograr distintas soluciones a las situaciones que se presentan, incluso cambiando los planteamientos del problema.
Es importante decir que la creatividad de modifica al paso de los años, pero no se disminuye sino solamente en cantidad, pero su calidad cambia. La mayor experiencia de vida puede dar lugar a una mayor cantidad de ideas, si la generación de éstas se estimula, es posible que gente deprimida, de avanzada edad contribuya con sus ideas al mejoramiento social.

El valor de enfrentar lo desconocido es una fuente de creatividad. Una persona creativa debe tener confianza en sí mismo y no tener miedo, enfrentar la vida tal cual es, dispuesto a que los cambios se presenten. Se trata de tener valor para cambiar.

Aquellos que han discutido la creatividad artística proponen orígenes o propósitos que incluyen “juego, distracción, exploración, diversión y placer, creatividad e innovación, transformación, la alegría de conocer y descubrir, la satisfacción de una necesidad de orden y unidad, la solución de tensiones, la emoción de maravillarse, la necesidad de explicarse algo y el instinto creativo.[1]

Cuando se estudia la creatividad, se asume que no existe algo particularmente especial acerca del pensamiento creativo, sino que es una potencialidad humana generalizada que envuelve procesos cognitivos normales como la retención de memoria, la analogía, la visualización, que operan en estructuras normales del conocimiento. Cualquiera es capaz de ser creativo e involucrarse en procesos de pensamiento creativo en condiciones normales.[2]

Uno de los resultados de un buen proceso psicoterapéutico es el logro de una mayor creatividad y por ende, el desarrollo de la inteligencia.
[1] KAPLAN, Frances: Art Science & Art Therapy : Repainting the Picture. London, , GBR: Jessica Kingsley Publishers, 2000. p 58.
http://site.ebrary.com/lib/uisantafe/Doc?id=5004030&ppg=58, consultada el 8 de julio de 2005.
[2] SIFONIS Cindy (2002) Motivation, Risk Taking and Creative Achievement, Psych Psychmatters, The Quarterly Newsletter of Psychology at Oakland University, Volume 4 Issue 2 November/ December 2002

jueves, 1 de mayo de 2008

Felicidad


La felicidad es como el éxito, solamente se logra cuando se acepta como una sucesión de estados deseables e indeseables. No existe tal cosa llamada felicidad duradera, sino que más bien es la suma de varios momentos de plenitud, intercalados con la vida tal como es. Así se llega a la felicidad, como la combinación de todos los colores conforma el blanco.

Por eso la felicidad es un negocio, porque la gente se encuentra sin aceptar la vida como claroscuro y trata, cuando no se siente feliz, desesperadamente, de encontrar la felicidad y cuando la encuentra, llega a pagar por “sostenerla”. La tolerancia a la frustración de no sentirse feliz tiende a escasear en la sociedad, por eso, no es de extrañar que las compañías farmacéuticas vendan pastillas “antidepresivas”, que bien podrían llamarse “para la felicidad”, cosa que no puede lograrse del todo, aunque si un convencimiento maníaco, un autoengaño químico de que se está bien.

Una gran pena colectiva es lo que genera toda esta preocupación por la felicidad. La gente compra libros, consulta psicólogos, asiste conferencias, es religiosa hasta el fanatismo. Para algunos la felicidad está en la salud, para otros en el dinero, también hay los que creen en lograr la felicidad con el amor, con el éxito profesional. Hay muchas formas de medirle y nadie encuentra la fórmula. Al final, llegamos a creer que los más felices son los que menos han ambicionado la felicidad, quienes nunca en la vida se han preocupado por ella.

Ha habido muchas luchas colectivas en pos de la felicidad, la lucha feminista, la lucha de clases, la lucha de las etnias, de hecho, se mata y se hace infelices a otros con tal de obtener la felicidad. Las relaciones se rompen con el pretexto de “es que ya no me haces feliz”. Pero no nos damos cuenta de la intermitencia de los estados de felicidad y que al final de la vida, todos podemos haber sido felices si aceptamos este ir y venir, como las olas del mar, del estado de felicidad.

La felicidad es líquida, no la podemos asir, eso tenemos que tomarlo muy en cuenta para evitarnos el desperdicio de energía que implica buscarla. Cada cambio de etapa en la vida, cuando se acepta, implica un logro feliz, pero no se acepta porque nos resistimos a desprendernos de la piel usada.

La felicidad se encuentra cuando no se busca, cuando no se envidia la felicidad que del otro se percibe. Paradójicamente, la felicidad se alcanza después de una serie de momentos tristes, como cuando vivimos un duelo por muerte o por separación. Solamente después de pensar obsesivamente durante algunos meses en la relación perdida somos capaces de pasar a una nueva etapa de la vida en la que se alcanzarán nuevos momentos de felicidad y luego, otra vez, momentos de pesar y así sucesivamente. Esta es la vida.

La felicidad no se logra con evitar en las nuevas relaciones los momentos dolorosos de las anteriores relaciones. Si en el amor no se toman riesgos, entonces no se puede amar plenamente. Las cicatrices de los momentos de infelicidad solamente se borran cuando se asumen esos riesgos.